Una de las principales razones es que como adultos no hemos sido educados emocionalmente y nos cuesta entender que las emociones son naturales y humanas, que sentir esta bien y que llorar es una manera de expresarse y comunicar algo. Además muchas veces nos cuesta gestionar nuestras propias emociones. Existen un tipo de neuronas que se llaman neuronas espejo que hace que nos contagiemos de la emoción de los demás. Por eso muchas veces, cuando nuestro hijo está muy enojado o desbordado, nosotros tendemos a sentirnos de la misma manera y eso hace que la situación empeore, los niños no son capaces de regularse solos y necesitan de un adulto que durante mucho tiempo los ayude a regularse desde la calma. Con nuestro cerebro desarrollado tenemos la capacidad de no engancharnos con la emoción de nuestro hijo y gestionar lo que nosotros sentimos.  

Otra de las razones es que creemos que los niños son adultos pequeños, los niños tienen un cerebro inmaduro y necesitan de tiempo práctica y repetición para aprender nuevas habilidades y para explorar el mundo. Los niños están en proceso de desarrollo y cada uno tiene sus propios tiempos de aprendizaje. 

Otra razón es que la crianza y principalmente la crianza consciente, implica mucho desgaste de energía, implica poner el cuerpo, la mente y las emociones y por ende, nos sentimos agotados o estresados. Sumados a esto, las cuestiones laborales y la vorágine de la vida cotidiana. Y lo que sucede es que cuando estamos estresados tenemos más tendencia a ser más impulsivos y a perder la paciencia, de ahí la importancia del autocuidado, cuidarnos para cuidar. 

Otra razón tiene que ver con las expectativas erradas. Creemos que los niños, por tener cierta edad, ya deberían saber o haber desarrollado ciertas habilidades y muchas veces no es así, de hecho, en muchas situaciones no hemos dedicado tiempo a explicarlas o entrenarlas, para eso necesitan de nuestro acompañamiento, nuestra guía, nuestra intervención y nuestra presencia permanente para aprender a desenvolverse en este mundo. 

Todas estas razones hacen que no podemos conectar con los niños y adolescentes, y eso empeora la situación. No existe manera de educar respetuosa y conscientemente sin conectar. Los niños aprenden cuando se sienten amados, cuando se sienten importantes y cuando sienten que pertenecen. Educar desde la conexión es el camino. 

Cuando te sientas molesto por la emoción de tu hijo recuerda esto e intenta ser empático para poder validar su emoción, interpretar la causa y ayudarlo a regularse, si necesitas, pide ayuda a alguien que se quede con el niño hasta que puedas regularte primero o tomate un minuto para respirar o tomar un vaso de agua así podrás atenderlo desde la calma y la consciencia. 

Espero esto haya sido de utilidad. 

Gracias por leer 

Dani 

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